RELACIÓN
DE LOS CABOS.
“Iré
al gran reino de California,
la península más bella sobre
la faz de la tierra”.
Fray Eugenio Kino, 1681.
2. Por la carretera Transpeninsular entre Tijuana y
Los Cabos.
Las pinturas de cuando
aparecieron los primeros seres de aspecto humano.
Baile y Canto con una visión
transparente de las cosas.
Los lugares aislados a que se puede acceder haciendo el recorrido por tierra
constituyen una atracción aparte para el viajero. Me dirijo por carretera desde
Tijuana a Cabo San Lucas a celebrar su categoría de ciudad este día 24 de
febrero de 1986; hoy es día 14, tendré más de una semana para cruzar la
península hasta la nueva flamante ciudad, donde me esperan los Verdugo el día
23. De la frontera norte de la península, sólo anotemos que su potencial
económico está en su ubicación inmediata junto al estado más rico del país más
poderoso de la Tierra. Bajamos por Playas de Tijuana, en un viaje sin ningún
contratiempo siguiendo por la flamante Transpeninsular. Me acompañan los
fotógrafos Max Clemente, del staff de Vogue, con quien hemos trabajado unos
días en Los Ángeles y San Diego, en la California norteamericana, y Alan
Carter, que realiza desde hace meses un catálogo fotográfico de flora y fauna
de Baja para FONATUR. También va con nosotros nuestra amiga la maestra geóloga
Judith Fuenzalida, que en la Península ha realizado investigaciones para el
Instituto Nacional de Antropología e Historia; nació en Tijuana y es maestra
docente de la muy ilustre Universidad Autónoma de Baja California Norte. Viajo
con ellos hasta La Paz, de ahí seguiré solo a Cabo San Lucas, porque mis amigos
cruzarán el mar de Cortés con vehículo y todo en transbordador hasta Mazatlán.
Saliendo desde Tijuana cruzamos las
playas de Rosarito muy temprano, pasamos Tapia, La Misión, El Tigre, el Sausal
y nos detenemos en Ensenada, a orillas de la Bahía de Todos Santos. En
Ensenada, en respuesta a las protestas de vecinos preocupados por la expedición
de permisos para cazar borrego cimarrón, un animal muy hermoso, una autoridad
de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, fijó su
postura ante la cacería del símbolo natural de Baja California, justificando la
cacería de tres ejemplares "porque se van a morir de viejos sin que los
ejidatarios se beneficien en nada con su muerte". Su postura había generado
una fuerte protesta pública encabezada por varios vecinos. Don Juan Cantú dice:
"Nadie tiene que beneficiarse con
muerte alguna. Las ballenas se mueren de viejas, al igual que jaguares, osos,
lobos, tortugas que también están vedadas y en peligro de extinción, y no por
ello hay que matarlos. Como cualquier ser vivo, los borregos tienen el derecho
a morir de viejos, se lo han ganado, porque lograron eludir depredadores, las
balas de los cazadores furtivos y legales, las enfermedades que le lleva el
ganado del hombre que invade su hábitat sin restricción alguna. Han logrado
sobrevivir sin agua, comiendo chollas y biznagas espinudas que le han dejado
los labios desechos de heridas. Han soportado temperaturas superiores a los 52̊
C, y también bajo cero. Las autoridades no tienen derecho a ordenar su
muerte".
Otro vecino, el médico Alfonso García Aguilera,
afirma que "los científicos han comprobado el vital papel del macho viejo
que las autoridades están permitiendo matar. El borrego viejo es el guía del
rebaño, al que siguen los borregos jóvenes porque saben que los conducirá a
lugar seguro, sin enemigos y con alimento. Cazar los machos viejos rompe su
estructura social, condena al rebaño al caos, de donde sacan ventajas
depredadores y cazadores furtivos. No se ha comprobado que el macho viejo sea
infértil, por lo tanto no se justifica su muerte. Nos engañan cuando afirman
que la subasta de permisos de caza la hacen los propios ejidatarios. Sabemos
que incluso algunas mismas de las personas encargadas de estos permisos los
subastan al otro lado de la línea (frontera), en precios que oscilan entre los
45.000 y 75.000 dólares, como en una subasta de tres permisos realizada en un
hotel de Chulavista, donde los compradores lo hicieron desde el anonimato de un
teléfono para evitar represalias de los grupos ecologistas. Esos borregos ya
fueron cazados a pesar de que nunca se anunció oficialmente la apertura de la
cacería en Baja California, es más, aún no se ha anunciado".
Otro vecino, el ejidatario don Pascual
Vargas dice: "Los ejidatarios cuidamos al borrego y hemos conservado la
superficie del desierto original sin transformarlo en pastizales. Pero nadie
formalmente cuida al borrego cimarrón, porque se necesita una inversión y no
tenemos recursos para hacerlo. Y las autoridades que deciden lo hacen desde sus
escritorios sin tener la menor idea de la realidad del animal. No hay pastizales
porque es desierto. Donde vive el borrego no crece nada, por eso nadie vive
allí. Es lo único que le hemos dejado al cimarrón y ha aprendido a vivir con
ese mínimo, a pesar de lo cual se le mata con permiso, a pesar de que la
autoridad insiste en que no se darán más permisos, pero negocian los existentes
al mejor postor. Sólo quedan entre 100 y 120 borregos cimarrones. Esa es una
triste noticia pero a la vez nos anima porque siendo el criterio oficial de que
sólo cuando queden menos de cien animales se consideran "en peligro de
extinción", pues a nuestro borregos ya les llegó su turno; gracias a esos
tres permisos rematados para matarlos, el borrego cimarrón de Baja California
ya estará oficialmente en la lista de animales en peligro de extinción, aunque
hace muchos años que lo está".
Desde Ensenada seguimos hasta El
Maneadero, donde tomamos una bifurcación hacia La Bufadora, en Punta Banda. La
Bufadora de Ensenada es obra de la acción del mar durante años horadando la
roca, hasta formar una caverna que se puede ver cuando retroceden las aguas en
su vaivén. La tierra firme se deslizó formando una grieta bajo el nivel del
agua que se comunica con un costado del cañón submarino. Cuando una ola choca
contra el cantil, una parte penetra por la grieta submarina e impulsa el aire
del interior, el cual, al salir a gran presión por la boca de la cueva, que es
muy estrecha y está situada sobre el nivel del agua, choca de abajo hacia
arriba contra la parte de la ola que siguió su curso hasta el farellón con la
potencia de su peso de varias toneladas, explotando y rugiendo hacia el
exterior, provocando una ola de más de 20 metros de altura, así como un sonido
característico que da origen al nombre de La Bufadora: el sonido es el del mar
bravo sostenido, ronco, para mis amigos es apabullante, sin embargo me parece
protector. Junto a ella está la Playa Estero, que bien vale unas horas de
descanso, es muy extensa y ubicada junto a Punta Banda, resalta por su blanca y
fina arena, pendiente suave y oleaje regular. Es ideal para el descanso, la
natación y la navegación.
Nos dice la maestra Judith: "La
Península de Baja California es un brazo de tierra bañado por las aguas del
Océano Pacífico (al oeste y al sur), y separada del resto del territorio
mexicano en el noreste por el Río Colorado y después por el Golfo de
California. Hablamos de una península rugosa de más o menos 1500 Km. de largo y
entre 45 y 250 Km. de ancho. Veremos en el trayecto que muchas partes están
marcadas por pendientes escarpadas y que en general las vertientes de desagüe y
acantilados se orientan hacia el Golfo. Por el lado occidental, el terreno
desciende de forma progresiva en amplias planicies costeras. El espinazo
montañoso que divide la península es discontinuo, y su altitud variable. El eje
de estas formaciones es de norte a sur, aunque en la región del Cabo corre
norte y sur e incluso tiene duras pendientes hacía el oeste. Los desiertos
yacen bajo estas montañas en ambas costas. No veremos cursos de agua de
considerable caudal dentro de la península, debido principalmente a lo abrupto
del terreno; el agua superficial es escasa, existen algunos riachuelos
permanentes en el noroeste y algunos manantiales temporales que forman oasis en
el centro y sur de la península. Cuatro cadenas montañosas y otras de menor
importancia se extienden a lo largo de ella, dominando el panorama peninsular
la Sierra de San Pedro Mártir, cuya cumbre es superior a los 2800 metros,
teniendo como punto más alto la Providencia o Picacho del Diablo con una
elevación de 3096 metros, formada por un bloque granítico, rocas metamórficas,
sedimentos recientes y material volcánico. La Sierra de Juárez que se encuentra
en el extremo norte, tiene una altura de alrededor de 1500 metros y es
relativamente plana en la cima. Formada de bloques graníticos se eleva
abruptamente del desierto del Colorado. Al igual que la de San Pedro Mártir es
una continuación de las cadenas peninsulares y transversas del sur de
California. La línea costera que bordea la península se caracteriza por poseer
bahías, puertos, cayos, esteros y playas. Alrededor hay 35 islas, sin contar
islotes, la mayoría del lado del golfo. Del lado del Pacífico se encuentra la
Isla de Guadalupe que es oceánica, pero el resto están cercanas a la costa y
comparten sus características geológicas y biológicas. Es un hecho geográfico
que la falla de San Andrés cada vez separa más a la Baja California y llegará
un momento en que se desprenderá del continente".
Hemos seguido cruzando Santo Tomás y
San Vicente, donde, guiados por Alan Carter, visitamos pequeñas reservas de
flora y fauna, lo que será común en el viaje. Nos vamos deteniendo en cada
lugar donde mis amigos indican que debemos hacerlo para ver algo, para
conversar con alguien o tomar unas fotos. En Cabo Colnett hemos alojado en un
motel a la vera del camino; al nuevo día, cuando seguimos viaje, nos vemos
envueltos en un paisaje espectacular, la impresión ya nunca a uno lo abandona
en todo el trayecto. Seguimos, cruzando la Bahía San Román y la de San Quintín
hasta la Misión de San Fernando. Alojamos en San Agustín, y en ruta por Santa
Inés, Laguna Chapala, Punta Prieta, Rosarito, Santo Domingo, donde alojamos
frente a la Bahía Sebastián Vizcaíno, mirando a la Isla Cedros, en Guerrero
Negro, que se localiza entre el desierto y el Océano Pacífico. Se caracteriza
por sus enormes salinas, consideradas las mayores en el mundo, mismas que son
origen y vida del lugar. A escasos kilómetros, se localiza la Reserva de la
Biosfera de Vizcaíno, la más grande de América Latina con una extensión de
2,546,790 hectáreas: su zona Laguna Ojo de Liebre es refugio natural de la
ballena gris que, año con año, desde tiempos inmemoriales acude desde el Ártico
para cumplir su ciclo reproductivo, entre noviembre y marzo. Es una especie en
recuperación debido a las leyes para acabar la caza furtiva. Además de ballena,
se encuentra lince, puma, pelícano blanco, halcón cola roja, águila pescadora,
entre otros. Hicimos una visita a la empresa salinera ESSA que produce 7
millones de toneladas de sal anuales, y dimos un paseo por Ojo de Liebre, en
que, gracias a que las aguas de la laguna estaban serenas, las ballenas se
acercan a la embarcación sin producir el menor daño, excepto la subida de las
aguas que nos empapa enteros y una impresión imborrable de que se viene encima
uno de los mamíferos más enormes de la creación. Ha sido una experiencia
excepcional.
Seguimos por la Transpeninsular al
sur, cruzamos el Desierto de Vizcaíno, que es muy caluroso hasta pasar El
Caracol, Los Mártires, para llegar en poco más de dos horas a San Ignacio, que
es un pueblo muy bonito, incluso atravesado por un río donde se puede nadar.
Desde ahí visitamos algunas pinturas rupestres enclavadas en la sierra.
Las pinturas rupestres del cañón de Santa Teresa en la Sierra de San Francisco,
parecen obra de gigantes pero son un patrimonio del arte humano. Los vestigios
rupestres en la península se encuentran en varios lugares y a todo lo largo de
su territorio, "pero es aquí donde se localizan los más bellos y
espectaculares, ya que muchas de las pinturas tienen más de dos metros de alto,
por esto es considerado como uno de los mayores descubiertos", afirma la
maestra Judith, que ha estado en la zona junto con el personal del I.N.A.H.
trabajando en labores de rescate. Y agrega: "Los primeros reportes de las
pinturas de esta zona datan del siglo XVII cuando llegaron los misioneros
jesuitas, desde ese entonces hacen mención de la grandeza de las imágenes.
Algunos de ellos relatan que, investigando entre la gente del lugar, evocan
leyendas de seres de gran tamaño venidos del norte que pensaron fueron los
autores de las pinturas, incluso añaden que encontraron huesos de hombres que
calcularon llegaron a medir hasta cuatro metros de alto. La historia de una
raza de gigantes que habitaba en esta zona es muy remota, en su recuerdo
incluso una sierra lleva el nombre La Giganta, según la tradición porque allí
murió la última persona de su raza, una mujer enorme que finalmente quedó en la
mitología de la zona. Los análisis de pigmentos indican que las pinturas tienen
una antigüedad de 4 mil años, y la fecha más reciente corresponde al siglo
XVII, lo que es sorprendente ya que en ese periodo de tiempo no hay mucha
variación en su estilo. Los pobladores de estas zonas fueron los Pericués y
Cochimíes, estos últimos se organizaban en grupos de entre 50 y 200 miembros,
dedicados a la caza, principalmente del venado, y a la recolección de frutos.
Existían dos jefes que dirigían al grupo, uno de ellos era el anciano o cacique
y un chaman o "guama" que organizaba los actos religiosos, algunas
veces un solo individuo ejercía ambos cargos".
Para llegar al sitio en la sierra de
San Francisco, desde San Ignacio se deben llevar los permisos respectivos: en
dos locales contiguos a la Misión se instaló el museo y oficinas del I.N.A.H.,
desde 1980, cuando se iniciaron los registros de las cuevas con pinturas, hecho
en pleno proceso. El custodio que registra a los visitantes de las pinturas,
nos pone al tanto del compromiso que adquirimos y del equipo que tenemos que
llevar para ir a la zona, y nos entrega el reglamento cuyos puntos
sobresalientes son una clasificación del visitante en cuatro niveles:
1) Los que sólo visitan la Cueva del
Ratón y lugares cercanos a San Francisco, excursión que se hace en un día. Las
siguientes requieren varios días de duración. 2) Los que además van a lugares
habilitados en el Cañón de Santa Teresa, Arroyo del Parral y en el área de
Santa Marta. 3) Los que van más allá rumbo a San Gregorio, San Gregorito y el
Batequí, entre otros. 4) De interés estrictamente académico.
"Todos los visitantes deberán
acatar las disposiciones de la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas
Arqueológicas, Artísticas e Históricas de México. Las visitas deberán ser
conducidas por un guía autorizado por el I.N.A.H. La comida del guía la
proporcionarán los visitantes. Se prohíbe hacer fogatas, hay que llevar estufas
de gas tipo Colleman. Sólo se permitirán un máximo de 25 personas acampando a
la vez. En el campamento el Granadillo sólo 7. Traer de regreso toda la basura
que se genere, ya sea orgánica e inorgánica".
También nos dio el nombre del
coordinador en San Francisco de la Sierra, con quien nos teníamos que reportar.
Afortunadamente el vehículo que traemos es una camioneta que puede circular en
un camino de terracería, lleno de rocas y muy accidentado. No existe transporte
regular. Pero se pueden buscar algunas alternativas en ranchos cercanos. Ante
todo el formulismo y muy preciso control reglamentado de acceso a las pinturas,
de lo alejado del lugar, de las dificultades para llegar, de sortear todos los
posibles contratiempos, de llevar todos los aditamentos para acampar, y sobre
todo de enfrentarse a un clima extremoso que puede ser de más de 40 grados
centígrados en verano y llegar a temperaturas inferiores a los cero grados en
invierno, ante todo, vale cualquier molestia el viaje. En las dos horas del
trayecto a San Francisco encontramos barrancas espectaculares en belleza por su
formación que parece sacada de un cuadro futurista. Llevábamos café caliente,
la única bebida que quita el calor, el frío y la sed, pero lo único que deseaba
mi cuerpo era una naranja. Al llegar a la casa del coordinador del I.N.A.H. en
San Francisco, lo primero que veo es un árbol de naranjas, grandes, frescas, a
punto, que, según supimos estaba allí antes de que llegara gente a la zona.
Conseguí mi naranja que comí con fruición. Allí visitamos la Cueva del Ratón a
la cual se puede ir caminando. Cuenta una historia que se llama así porque a un
burro llamado "ratón" le gustaba irse a refrescar a la sombra de esa
cueva. Al volver, el coordinador se ha encargado de avisar al guía que le toca
turno, el vecino don Refugio Arce Ojeda que cuenta con animales propios para el
trayecto y tiene la mejor disposición para ayudarnos. Al preguntarle cuál zona
recomendaba para iniciar nuestra visita, indicó el Cañón de Santa Teresa. De
acuerdo con sus honorarios, la cantidad de mulas y la renta de las mismas,
cerramos el trato y esperamos la partida al siguiente amanecer. Instalamos nuestras
carpas donde se nos indicó y nos quedamos dormidos de inmediato. Con los
primeros rayos del sol iniciamos nuestra excursión. Mientras ponemos en
práctica nuestros pocos conocimientos de montar en mula, en lo que a mi
respecta porque mis amigos sin más se subieron y no volvieron a bajarse; en lo
personal, a ratos preferí caminar al paso de la mula y mi cuerpo lo agradeció
después. Nuestro guía don Refugio, con su modo de hablar rápido, como lo hace
la gente de esta tierra, que hasta a veces parecía que no terminaba de
pronunciar algunas palabras, nos comentó sonriendo: "Han venido algunos
que se van caminando hasta allá, porque no saben andar en mula, terminan
cansadísimos pero contentos, sobre todo después de ver La Pintada, es la más
chula de todas las cuevas. Yo venga hasta acá por mi trabajo, pero es un placer
y hasta el cansancio se quita cuando uno llega a las pinturas".
La gente es muy sencilla y amigable,
típica de la sierra, que les gusta que los visiten y que platiquen con ellos.
Su actividad principal es el pastoreo de cabras, venta de las mismas y del
sabrosísimo queso que elaboran. Aunque sus rebaños son diezmados por el puma.
Dice don Refugio: "Es muy cobarde, porque huye de nosotros, pero se lleva
muchas chivas. Mucha gente solo viene a ver la Cueva del Ratón, para las otras
cuevas somos más de treinta guías y tenemos que esperar nuestro turno, aunque
hay guías que no tienen bestias se las prestamos, son viajes muy importantes
para nuestra economía".
En el camino pasamos una barranca muy
hermosa con formaciones de rocas enormes como solo he visto en la costa de
Chile. Después de una hora y media llegamos al Cañón de Santa Teresa, donde son
dos horas más de tránsito lento bajando el cañón, por veredas accidentadas y
llenas de rocas, con algunos tramos de cuidado a la orilla del precipicio, pero
las mulas están acostumbradas a estas jornadas, en un camino que ellas cruzan
muy seguras. De repente, al fondo, un manchón verde que contrastaba con el
paisaje árido y lleno de distintas variedades de cactáceas. "Santa
Teresa", nos dijo don Refugio, ranchito donde viven unas pocas familias
que se dedican a cuidar sus huertas, y por el cual toma el nombre el cañón.
Allí, aprovechan el agua que corre en el fondo de la barranca, siembran hortalizas
y además cuentan con árboles frutales como higo, durazno, limón y ¡maravillosos
naranjos! Compré tantas naranjas como podía llevar cargando al anca de la mula.
Un poco más adelante descansamos, se le quitó montura y freno a los animales
para que pudieran tomar agua libremente. Entonces pudimos ver al fondo de las
barrancas que estaba compuesto por piedras características de río, lo que hace
suponer que en épocas remotas corría uno por allí, y que en la temporada de
lluvias se llegan a formar grandes arroyos; charcas que heredan un riachuelo
que corre a lo largo de las barrancas, y que en algunos tramos se hace
imperceptible; palmeras erguidas orgullosas a una altura de 12 a 15 metros, y
que a medida que seguimos son más abundantes, indicándonos que estamos en un
oasis con toda su sensación de frescura en un ambiente árido; las laderas de
las barrancas se ven llenas de distintas variedades de cactáceas; algunas
creciendo de las paredes verticales formando terrazas en las cuales se aferran
otras plantas y arbustos. El cielo es azul profundo y la luz azul se refleja en
todo lo que vemos. Al continuar el viaje tardamos una hora en llegar a La
Pintada, pero en la ladera opuesta; después de 45 minutos más llegamos a la
zona de campamento, cerca del cual se forman pequeños pozos naturales de agua
fresca. El calor es intenso, tan abrumador que tomamos una siesta después de la
comida, para reparar fuerzas y esperar a que disminuyera un poco la
temperatura. En la noche pudimos saber por qué se dice que el lugar es muy
frío. Debo confesar que el frío fue que me obligó a comer la sopa de
"cahuama", una bendita tortuga, pero estaba calientita,
reconfortante, nutritiva, con trozos de carne deshebrados de un sabor tan
delicado como el abulón pero levemente grasoso de calorías del mar: entendí por
qué es el plato más común por lo necesario en la península, a pesar de las
leyes de prohibición de captura con levantamiento de restricciones sólo unas
pocas semanas al año.
Muy temprano, la primera caverna que
visitamos fue La Pintada, una joya en verdad, como dijo Don Refugio "es la
más chula de todas las cuevas". Situada a media hora caminando del
campamento, es una oquedad que corre a lo largo de 70 metros por la falda de la
barranca, y que, como algunas otras de esta zona, cuenta ya con andadores de
madera que facilitan muchísimo ver y admirar las pinturas. Es una verdadera
galería de arte rupestre en cuyas paredes se pueden ver figuras humanas con los
brazos extendidos con capuchas o penachos, venados, cervatillos, borregos
cimarrones, liebres, coyotes, zopilotes, y figuras marinas como peces,
tortugas, ballenas y delfines. Los colores predominantes son el rojo y el
negro, que utilizaban pintando las figuras de ambos colores por la mitad, ya
sea vertical u horizontalmente, hay algunas que están pintadas de un solo
color. También utilizaron el blanco y el amarillo pero en menor grado, ya sea
como contorno de algunas figuras o para resaltar algo en otras. El tamaño es
muy variado, pero llega a haber figuras de más de dos metros de alto. Hay
algunas pinturas que no están terminadas, o que son un bosquejo o un contorno
definido. Las figuras se yuxtaponen. En uno de los murales de esta cueva
pareciera como si un grupo de hombres tuvieran acorralados a varios venados y
borregos cimarrón. En otros las yuxtaposiciones llegan a tal grado que
pareciera como si ninguna parte de la pared estuviera libre de pigmentos, y hay
que fijarse muy bien en donde empiezan y donde terminan las figuras, en una
mezcla de tamaños, variedades, orientaciones y disposiciones.
Al día siguiente visitamos otras
cuatro cavernas. La primera fue la Cueva de la Soledad, ubicada a una hora
caminando desde el campamento bordeando la montaña donde se encuentra La
Pintada hacia otra barranca; el acceso incluye escalar algo no muy complicado.
Don Refugio también la llama la Cueva de las Águilas, porque en la pared de
esta caverna que mide aproximadamente 7 metros de alto por 12 de largo, se
encuentran varias figuras de tamaño natural donde se pueden apreciar hombres,
mujeres (ya que se distinguen sus senos entre las axilas), venados de grandes
cornamentas, cervatillos, y dos hermosas águilas, una pintada de rojo y otra de
negro, cuyo plumaje está dibujado en forma uniforme y no en líneas como en las
demás cuevas donde también vemos águilas. Esta cueva también se caracteriza,
porque en una pequeña oquedad inferior se encuentran pintadas algunas figuras
no identificadas, rectangulares, alargadas, algunas de las cuales están
cuadriculadas: "Unos gringos han venido dos veces y afirman que es
escritura pictográfica semejante a la encontrada en algunas islas de la
Polinesia", dice don Refugio.
Después nos guía a la Cueva de las
Flechas, que se localiza enfrente de La Pintada. En las demás cuevas se ve que
las lanzas o flechas solo atraviesan a venados, cervatillos o borregos
cimarrón, con la indicación precisa de dónde clavar el arma para derrumbar al
animal y con un sentido artístico que a la vez, parece una celebración del
acontecimiento. Aquí en la caverna de Las Flechas, que es posible ver hasta
unos 25 metros de largo, por las obras de rescate, se encuentra un mural de
grandes proporciones con un venado bellísimo al fondo y cuatro figuras humanas
con capuchas o penachos, dos de las cuales están atravesadas por flechas en la cabeza,
el corazón, el estómago y las partes nobles, en una extraña combinación y por
la cual toma el nombre la cueva. En el resto de la cueva se distinguen algunas
figuras, la más definida y mejor pintada es un hermoso borrego cimarrón, de
quien se rescata toda su majestad.
Por la tarde visitamos la Cueva de los
Músicos, en proceso de rescate, ubicada a 45 minutos del campamento pero hacia
el lado contrario de las otras cuevas. Es la más pequeña de todas, y falta
mucho por hacer en la tarea de rescate: ahora se distingue algo así como dos
pentagramas pintados de blanco y una docena de pequeñas figuras pintadas en
rojo y no muy definidas en otros colores que se han perdido, se ven hombres y
mujeres en posiciones tales como si estuvieran tocando instrumentos musicales,
sin ser éstos visibles. También nos parecen personas sentadas y de pie en
actitudes gimnásticas propias a los ejercicios de perfeccionamiento espiritual
a través de ciertas posiciones del cuerpo. Algunas de estas figuras parecen
calcadas de un manual de yoga, pero los estudios recién se inician aquí. Nos
dice la maestra Judith: "Su antigüedad es tema de debate, pero no anterior
al año 5000 antes de nosotros". También está en proceso de estudio la
última que visitamos en este cañón: la Cueva de la Boca de San Julio, que se
encuentra a 30 minutos de la anterior pero por otra barranca. En ella se vuelve
a admirar la grandeza de las pinturas, y es la única en donde no se distinguen
figuras humanas, ya que en sus dimensiones que son de aproximadamente 10 metros
de largo por 6 de alto, solo se ven pintados venados, cervatillos, coyotes y
liebres de tamaño natural, y varias figuras pequeñas de las mismas variedades,
más otras que no se han identificado y forman parte del proceso de rescate del
sitio. Dice la maestra Judith:
"La realidad es que son piezas
tan valiosas que debían estar muy bien protegidas y en rescate constante, pero
los medios son insuficientes. El arte rupestre que se encuentra en las
cordilleras de la península de Baja California Sur, se trata de una
manifestación pictórica de los grupos cazadores-recolectores que se
establecieron en la región hacia finales del pleistoceno, cuando aparecieron
los primeros seres de aspecto humano. Es pintura de estilo naturalista por
estar dominada por figuras humanas y por animales pintados. La mayor cantidad
de sitios con pintura monumental en toda la península precisamente se concentra
en esta área, donde se han desenterrado vestigios importantes de la cultura
natural de la zona, para cuyos naturales la piedra fue la herramienta principal
que les permitió subsistir en el medio árido de su entorno; con ella elaboraron
diversos tipos de objetos con diferentes funciones y formas de tallado. Los
investigadores han encontrado que los instrumentos de piedra tenían
implicaciones simbólicas relacionadas incluso con la división sexual del
trabajo dentro de las tribus, así como de las relaciones sociales que se
establecían entre los diferentes grupos de la península, tanto al compartir las
técnicas de fabricación como al establecer intercambios mercantiles. Se han
encontrado varios fragmentos de escritura pictográfica, que no se ha
descifrado, la que incluso servía de adorno a utensilios de su vida diaria. Las
cordilleras y sierras que atraviesan la península de Baja California fueron
escenario de una intensa actividad cultural desarrollada a partir de una
economía basada principalmente, en la caza, la recolección y la pesca, dejando
también su memoria escrita en estas pinturas rupestres, estas figuras antropomorfas
y zoomorfas localizadas en cientos de abrigos rocosos y piedras. Se trabaja
inicialmente la etapa de registro intensivo de los sitios, sobre las cuales no
se había desarrollado ningún trabajo de fondo. Aún se sabe muy poco. Es mínimo
el conocimiento sobre su cronología, filiación cultural y el papel que jugaron
estos sitios en la vida de sus creadores. Además del conocimiento de estas
pinturas y murales, el proyecto del I.N.A.H. debe considerar el desarrollo de
una investigación arqueológica en todos los niveles. Ya se han seleccionado
cuatro sectores que permitirían una cobertura completa de la diversidad de
zonas bio geográficas presentes en la región y que influyeron en los patrones
de movilidad y desplazamiento de los grupos humanos. Estos sectores son:
Desierto de Vizcaíno, Sierra, Laderas Orientales y Costa del Golfo, donde hay
recintos arqueológicos habitacionales con más de 50 estructuras de piedra,
brotando de la superficie".
A la mañana siguiente, subiendo las
veredas para dejar el cañón de Santa Teresa, nos invadió una extraña sensación,
entre nostalgia y alegría, de haber permanecido dos días en un lugar único:
donde la naturaleza tiene pocos cambios, donde se comprende que el maravilloso
paisaje fue la fuente de inspiración para la elaboración de esas hermosas obras
en cuatro mil años de tradición pictórica; donde la mitología de los gigantes
parece ser cosa muy posible; donde los amaneceres parecen interminables, cuando
el sol ilumina las cimas de las montañas descubriendo poco a poco sus detalles,
hasta llegar al fondo de las barrancas sembradas de palmeras, donde el
equilibrio ecológico pende de un hilo, de ese hilillo de agua que corre
imperceptible por algunos lugares y que le da vida a todo ese ecosistema; donde
algunas palomas que se oyen rompen el largo silencio con su canto melancólico,
y pequeños pájaros que se dejan ver alegran la vista de este paisaje desolado
que debemos cruzar, antes de reparar en las flores espectaculares de algunas
cactáceas y otros cientos de detalles de esplendor en estas barrancas; donde
cerca de la zona de campamento nos salieron a recibir una cantidad muy grande
de ranitas, no mayores de 3 centímetros de largo, que nos observaban cada vez
que tomábamos agua, como si ellas fueran las guardianes del lugar y a las que
se tuviera que pedir permiso para estar allí, y que nos arrullaban con sus
cantos al anochecer con una tonada que sonaba afirmativa; en esas noches tan
claras, cálidas y donde antes de dormir pudimos contar tantas estrellas fugaces
que perdimos la cuenta.
El deseo de querer permanecer más
tiempo en cada sitio, es una sensación constante en el trayecto; tranquiliza
sentir a la vez que ningún tiempo de paso será suficiente para ver lo que
ofrece la península. Seguimos, cruzando la Sierra de Santa Lucía nos llevó a
Santa Rosalía, que es un pueblo construido al estilo francés debido a la
concesión del siglo pasado a ese país de explotar el cobre, pero como ya no hay
cobre, no hay franceses. Un atractivo destacable es la iglesia pre construida
en Francia por Gustave Eiffel. Es un lugar obligado para aquellos que vienen de
Guaymas, Sonora, ya que aquí está el embarcadero del transbordador. Se puede
conocer la mina de cobre que está en ruinas y sin embargo preserva la carga
energética del mineral. Desde Santa Rosalía, la Transpeninsular enfila por la
orilla del Golfo de California, y nos lleva a Mulegé, donde llegamos muy
entrada la noche.
Mulegé es un pueblo asentado en las
márgenes del río que se une al Estero de Mulegé, donde prácticamente queda escondida
entre la vegetación y los palmares, la misión de Santa Rosalía de Mulegé,
fundada en 1705 por el religioso jesuita Juan María de Basaldúa. El edificio de
lo que fuera la penitenciaría estatal, famosa por carecer de rejas, está ahora
convertido en museo, en que se preservan importantes muestras de pinturas
rupestres en piedras rescatados en la zona. Es punto de partida para varios
lugares, y elegimos ir a visitar las playas de Bahía Concepción, que es un
conjunto de playas, en la que se incluyen Santispac, El Coyote, Los Cocos, La
Burra, El Requesón, entre otras. Camino al mar atravesamos un desierto de
cactáceas como el órgano o cardón, que se utiliza como cicatrizante, y
visitamos reservas de otras plantas medicinales como la Sábila, Yuca y Pitahaya.
Siendo accesibles estas playas exclusivamente en vehículo desde Mulegé, en el
lugar viven muchos norteamericanos en sus campers. La bahía de Concepción es un
paraíso donde se ven aguas cristalinas de diversos colores entre verde y azul
un poco frías, pero vale la pena nadar en ellas para sentir la emoción de
deslizarse en el agua entre una exuberante vegetación marítima, algas, corales,
y peces de todos los colores, que se acercan a uno curiosos.
Saliendo de la bahía se encuentra la
cuarta misión Jesuita que empezó a ser construida en 1705 y fue concluida hasta
1766. Seguimos viaje a Rosarito, San Francisquito y Loreto, donde alojamos. La
bahía de Loreto es favorita de los grupos ecologistas, de los aficionados al
remo y de los que gustan de acampar en plena naturaleza. Hay dos misiones que
se pueden visitar: la primera está enclavada en el centro de Loreto y lleva el
nombre de esta ciudad; fue iniciada en 1700 por Juan María de Salvatierra; fue
dañada primero por un huracán en 1828 y luego por un temblor en 1877, fue
reconstruida en 1957, y está en fase de rescate. Junto a ella se encuentra el
Museo de las Misiones, que tiene un archivo importante de documentos de la
península. La otra misión, San Javier, se encuentra a 38 kilómetros de Loreto y
se halla rodeada por la sierra La Giganta, y es una de las misiones mejor
conservadas de las Californias.
Muy de mañana estamos cruzando Puerto
Escondido, Ligui y atravesamos la sierra de La Giganta, entrando en Baja
California Sur, donde la maestra Judith nos indica un sector en los que se
están excavando sitios arqueológicos en su fase temprana. Dice ella que con el
fin de evitar daños a los parajes naturales y sitios arqueológicos de la
península como aquí en La Giganta y en todos los sitios en que se encuentran
estos vestigios arqueológicos de arte rupestre, los más importantes del norte
de México, “el centro I.N.A.H. de Baja ha proyectado un plan de manejo para
controlar la afluencia de visitantes, o de arqueólogos improvisados, el cual
también permite que los habitantes de la región tengan otra fuente de trabajo,
sea como vigilantes o contratados como guías de turistas en las temporadas de
mayor visita, como experimentamos en San Francisco. En este proyecto, el
I.N.A.H. del estado es el responsable de proporcionar la capacitación, control
y apoyo técnico y legal a dichos guías, cuya labor en especial se requiere
entre los meses de octubre y abril, cuando se incrementa la afluencia de
visitantes nacionales y extranjeros, muchos investigadores y naturalistas. En
la realidad, hay turistas todo el año".
Comenta ella que "un enigma
importante para los investigadores fue durante años la ubicación del yacimiento
de obsidiana que abasteció a toda la región; a la obsidiana es preferible
llamarla roca volcánica, cristal volcánico o mineral, pues había sido
encontrada inclusive en los sitios de grandes murales. El área cercana a los
volcanes Tres Vírgenes, como Valle de Azufre, cercano a Santa Rosalía, se
consideran posibles yacimientos. Pequeños hallazgos, puntas de lanza y restos
de utensilios de obsidiana indican que el yacimiento fue utilizado al menos
hace diez mil años. Se han comenzado a excavar en dos sitios murales mayores:
Cueva Pintada y Cueva Soledad, además de otros como el sitio 27 en el arroyo
Cuesta Blanca, la Cueva de la Laguna y la Cueva del Ángel. Además de utensilios
de piedra como metates, se están rescatando muestras de textil bien preservado,
cordaje de fibra de agave y metates con restos de pintura, artefactos de
concha, hueso, madera y asta. Entre los cuatrocientos sitios descubiertos,
sobresale la cueva de Santa Teresa, que visitamos en sus 500 metros cuadrados
de murales, pero aquí en esta zona hay otros igual de monumentales aún con
acceso restringido por estar en proceso de rescate arqueológico. Todas las
pinturas muestran el tema recurrente de la caza de animales cada vez más
escasos. Hace unos ocho siglos, cuando se extinguieron las especies de caza
mayor, los murales perdieron su utilidad de servir como manera didáctica de
enseñar la caza de un animal. Hoy son las pinturas rupestres más numerosas y
gigantescas que se conocen en el mundo".
El cielo, casi siempre nítido, abierto
y azul, permite al sol ensañarse enviando sus rayos de calor que asolan un
suelo casi desnudo, muy árido, en donde las formas animales y vegetales han
tenido que sufrir un proceso de selección y adaptación para sobrevivir en un
medio en el que la lluvia es un fenómeno extraño. Esta singularidad de Baja ha
creado un mundo vegetal sobrenatural. Hemos visto la mayor profusión de cactus,
comunes en el camino, desde los enormes sahuaros y pitahayos, con forma de
candelabro y alturas superiores a los 15 metros, hasta los intrincados y
agresivos nopales cholla cuyas espinas se descaman haciendo imposible su
extracción; pasando por la festiva presencia de los cactos equinoideos y
biznagas, que me recuerdan a los erizos de mar. Otra planta singular del
paisaje es el cirio, un árbol que aquí ha perdido prácticamente sus
características de follaje y ramas, quedando solamente el tronco principal con
unas pocas hojas y espinas, elevándose en el paisaje como una mano piadosa
elevada a lo alto, quizás si clamando por las aguas del cielo. Otras plantas
que veo aquí son agaves morados y bromelias, de apariencia arrosetada, y las
yucas muy blancas, que añaden a la roseta de hojas agudas y duras un tronco
grueso y retorcido. A las plantas del desierto bajacaliforniano no les gustan
los vecinos, crecen abiertas y esparcidas, debido a que casi todas ellas
secretan de sus raíces sustancias venenosas que no permiten ni la germinación
ni el crecimiento de otros elementos vegetales; de esta forma, cuando llegan
las lluvias absorben toda el agua disponible en su rededor inmediato. En toda
la Península abundan las plantas medicinales; las indicaciones de Alan Carter
nos permitieron descubrir Cacachila, Palo verde, Planta Ardilla, Lomboy,
Torote, Ciruelo agrio, Pitahaya agria, Pitahaya dulce, Romerillo, Uña de gato,
Cardón, Biznaga, Palo blanco, Palo de arco, Zalate y Jarilla. Hay abundancia de
Orégano y Jojoba. Algunas hierbas se han convertido en oportunistas, han
aprendido que es más fácil vivir en forma de semilla, y así pasan años, hasta
que en una lluvia explotan de vida en una efímera existencia, que viste al
desierto de verde y flores, renueva la reserva de semillas que estarán como
dormidas hasta despertar después de un tiempo marcado o al ser consumidas por
algún animal, que han aprendido a arreglárselas casi sin agua, como el citado
borrego cimarrón que hemos visto varias veces correr libre, que se las puede
arreglar sólo con la humedad que obtiene al mordisquear los cactus para
subsistir; este animal de hermosa apariencia, de rico pelaje que lo aísla de la
terrible radiación solar, evitando que el agua de su cuerpo se pierda, está,
insistimos, en peligro de extinción, como una variada fauna terrestre de la
península; entre otros el Tejón, Zorrillo pinto, Zorrillo rayado, Coyote, Zorra
gris, Puma americano, Gato montés, Babisuri, Venado bora o cola prieta, el
Mapache, conejos y liebres. Entre las aves, manejando por la Transpeninsular es
común ver los Correcaminos, que se atraviesan causando sorpresa y risas su
aparición sorpresiva, para desaparecer de inmediato de tan rápidos que son,
igualitos a ese que aparece en la televisión perseguido por el coyote. Entre
las aves destacan la Codorniz, Paloma serrana y de ala blanca, Chuparrosa,
Pájaro carpintero, Golondrina, Cuervo, Torcaza, Cenzontle, Cardenal... en Baja
canta la Calandria.
Cruzamos Ejido Insurgentes, Villa
Constitución, Los Inocentes, El Médano, Rosario de Arriba y entramos muy de
noche en La Paz, capital de Baja California Sur. Durante todo el trayecto hemos
aspirado en el aire el fino olor singular que aromatiza toda la región, aquí se
huele la “Damiana” única en aroma y cualidades que crece con mayor profusión
adentrándose en la península, dando origen a que Los Cabos sea llamada también
“la tierra perfumada”. Ese es el aroma que envuelve la ciudad de La Paz,
bautizada así por Sebastián Vizcaíno en 1596, quizá por el cordial recibimiento
que le brindaron los habitantes indígenas o tal vez por la tranquilidad de la
bahía. Sin embargo, durante mucho tiempo, la aridez de la zona y los problemas
de transporte impidieron el establecimiento de los conquistadores. Casi cien
años después, los misioneros lograrían doblegar estas dificultades con su
esfuerzo y tenacidad. Entre tanto, fueron muchos los aventureros, filibusteros
y enviados oficiales que desde sus costas iniciaron la búsqueda de la
legendaria Isla de las Amazonas, ubicada por aquí en un lugar oculta:
“Sabed que a la diestra mano de las
Indias hubo una isla gobernada por la reina Calafia, muy llegada al paraíso
terrenal, la cual fue poblada por mujeres de piel oscura, sin que algún varón
entre ellas hubiese”; dice un pasaje de las “Sergas de Esplandián”, novela
caballeresca escrita por el español Garcí Ordóñez y publicada en 1510. Este
antecedente, unido a los rumores que Hernán Cortés escuchó por parte de los
habitantes de Cihuatlán, sobre un reino de mujeres solas gobernadas por un
reina guerrera, sirvieron para que la península se identificara con esta
leyenda, convirtiéndose La Paz en centro de operaciones de los expedicionarios
y aventureros. La ciudad está ubicada en una amplia bahía; tiene agua dulce, el
paisaje de la región se ve rodeado prácticamente por agua, sin embargo es muy
agreste: macizos acantilados de granito y cuarzo, invadidos por violentas
efusiones de volcanes dormidos, ponen en evidencia el predominio del reino
mineral. Viniendo por la Transpeninsular desde Tijuana, uno entra en La Paz por
la calle de Abasolo y se conecta con la costanera que corre de sur a norte.
Excepto el malecón, toda la ciudad es una retícula perfecta.
El malecón de La Paz resulta para los
turistas muy atractivo debido a que en él se encuentra gran parte de la
infraestructura turística, hoteles y restaurantes, además de que es una Zona
Franca, donde se pueden obtener mercancías muy variadas, procedentes de casi
cualquier parte del mundo, libres de impuestos. Nos hemos instalado en Los Arcos,
justamente en el malecón frente a la bahía. Hay alojamientos para todas las
necesidades, como en toda la península; de acuerdo a lo que se busca, hay
hoteles en la playa, los más caros, como el Gran Baja, El Presidente y La
Posada; otros medianos en el malecón, como Los Arcos, que ofrece la opción de
cabañas en una sección, que son cuartos amplios rodeados de jardines. El Perla
tiene la cafetería más popular de La Paz. Si se desea quedar varios días, es
posible alquilar departamentos o suites en los alrededores o en pleno centro de
la ciudad. También hay casas de huéspedes como la Hostería del Convento y la
Pensión California, que son habitaciones sencillas generalmente con abanico de
techo. Como en el resto de las ciudades de la península, también hay zona de tráileres
y para acampar y un albergue CREA para jóvenes. Para prepararse su propia
comida se encuentran fácilmente establecimientos pequeños con todo lo
necesario: alimentos frescos, bebidas, latas y comestibles importados de los
sitios más exóticos que uno se pueda imaginar. En el malecón se concentra la
mayor oferta gastronómica, desde tortas de camarones frescos, preparados a la
plancha con aceite de oliva y aguacate (el rey de las tortas está en Alvaro
Obregón y Victoria, donde se puede probar también raspados de frutas naturales,
como el mango y el tamarindo), hasta platos de todas las regiones de México;
hay una variada cocina internacional, especialmente de India y China. Los
locales de comida del mar ofrecen a la vista en unos pequeños corrales de
cultivo, las especies vivas que se pueden degustar. He probado langosta con
salsa de tamarindo, almeja chocolata y la machaca, carne deshebrada del pez
mantarraya, que es parecida en sabor y textura al pez sierra. Me he hecho
adicto a la sopa de aleta de tiburón, que es otra especialidad de la península.
El licor de "Damiana" es la bebida tradicional, y su receta es un
secreto; sólo se sabe que es obtenido de la planta y es exquisito.
Las playas de La Paz, como la de
Coromuel, El Caimancito, El Tesoro, Eréndira, Pichilingue, Balandra y El
Tecolote, son todas bellísimas de blanca y suave arena en que se mezclan los
cálidos paisajes del desierto con curiosas formaciones de rocas, cuyas bases
son mucho más pequeñas que sus cumbres, y una agua tan tranquila y verde que
pareciera ser de jade. Las especies del mar que rodean la Baja California Sur
son muy variadas; las más comunes son el Tiburón, la Cabrilla, el Guachinango,
Pargo, Sierra, Bonito, Garropa, Coral negro, Peto, Mero, Barrilete, Calamar, Ostión,
Pez martillo, Langosta, Camarón de bahía, Pierna, Pargo rojo, Jurel, Pargo
coconaco, Huajo, la Tortuga... atraen a los turistas especialmente el pez
Dorado, el Marlín y el Pez espada. El mar se ve cruzado por gaviotas, pelícanos
grises, tijeretas, toldillos, zarapicos y albatros. En las aguas del Golfo de
California hay grandes colonias de coral, algunas variedades únicas, que en
profusión permiten la existencia de colonias abundantes de ostras perleras, que
incluye variedades como la perla lágrima y la perla negra. Hay en la zona
legendarias historias de hombres que hicieron inmensas fortunas en perlas. En
las colonias de coral vive una curiosa especie de delfín, que sólo aquí habita,
de tamaño muy pequeño, el llamado cochito o vaquita.
En la última mitad del siglo XVI y
parte del XVII caracterizó a La Paz ser refugio de los piratas ingleses. Las
historias fantásticas de la reina Calafia perduraron, e incluso ciento
cincuenta años después de las expediciones pioneras, los mapas de Baja la
seguían representando como una isla llamada California en honor a Calafia. De
acuerdo con la novela medieval, ejércitos de mujeres valerosas, ataviadas con
doradas armaduras, impidieron a los hombres establecerse en el lugar. Existiera
o no este ejército de amazonas, la "isla" resultó tan poco acogedora
como la que habitaban las imaginarias enemigas de "Esplandián". Así,
durante un siglo, los únicos europeos que se refugiaron en la península fueron
los piratas. Entre ellos, Francis Drake, el más grande de los corsarios,
emboscaba a los buques provenientes de países de Oriente, como el galeón de
Manila, que en su ruta tocaba las costas bajacalifornianas para incrementar su
rico cargamento con muchas perlas, que despertó la codicia de los bucaneros,
que se escondían luego en las ensenadas y bahías de Los Cabos. Drake, a bordo
de su barco el Golden Hind, hostilizaba además los buques mercantes de la
Corona española; también se había encomendado la misión de encontrar el mítico
“Estrecho de Anián”, que facilitaría el paso entre el Pacífico y el Atlántico.
También utilizó La Paz como refugio el pirata Thomas Cavendish, quien esperando
la nave del célebre marino y explorador español Sebastián Vizcaíno, emboscado
en las cercanías de Cabo San Lucas, no lo pudo atacar debido a una espesa
niebla que se levantó del mar y ocultó la nave científica. También el
legendario pirata Cromwell ha quedado inmortalizado en la Paz, debido a que el
viento fresco que permitía antiguamente la entrada de los galeones al puerto, y
que ahora lo refresca durante las tardes del verano, ha sido bautizado con una
palabra que es una corrupción de su nombre: el “Coromuel”.
El día 22 me despertó la sorpresa
amable de que los Verdugo habían venido por mi desde Cabo San Lucas, a poco
menos de doscientos cincuenta kilómetros de La Paz. Juntos fuimos a dejar a mis
amigos que en el transbordador emprendieron por el Golfo de California viaje a
Mazatlán. En La Paz hay mucho que ver; la ciudad a lo largo del año tiene
eventos deportivos internacionales, la pesca, el buceo, los veleros... también
los coches y las motocicletas, como los que llegan a competir a la carrera Baja
1000, cada dos años, en que los pilotos corren fuera de la carretera, por
brechas desde Ensenada a La Paz, una de las competencias más difíciles en su
género dentro del circuito internacional. En lancha salimos desde la playa
Pichilingui, junto a la terminal del transbordador, un sitio ideal para
acampar; desde ahí hemos llegado hasta las islas Cerralvo y Espíritu Santo,
ambas paraísos ecológicos, así como Isla Partida, santuarios de lobos marinos,
que resulta una inolvidable experiencia, especialmente para quienes gustan de
bucear, remar o simplemente tomar el sol y nadar en las transparentes aguas de
sus caletas. A una distancia de poco más de tres horas por mar, la visita a la
colonia de leones marinos, en el arrecife de La Lobera es importante obedecer
las indicaciones del guía y no subirse a las rocas donde habitan ya que son
animales territoriales y no permiten que invadan su terreno, "les pueden
arrancar el brazo", advierte el guía, sin embargo algunos hacen lo que los
norteamericanos: bajan a las roquerías y prueban suerte. El guía enseña:
"No deben tocar a las crías que se les acercan, en caso de que se
presentara el contacto no deben hacerlo con la mano abierta". Estando en
este lugar se ven los bancos de peces multicolores como se abren ante el paso
fulgurante de estos animales, que juegan entre corales. El regreso es
acompañado por peces de varios tamaños y colores que, si nos detenemos, rodean
la embarcación y esperan que les tiremos comida, se acercan incluso a comer de
nuestra mano. Nos detenemos en la playa de Ensenada Grande, donde se aprecia un
maravilloso verde turquesa en sus aguas cristalinas, por ser este lugar un
atolón, un arrecife coralino en forma de anillo, con una laguna en el interior.
Todo es un delicado equilibrio, en el que hay una regla imperativa: No
contaminar.
Desde el mar se ven los Cabos como un
oasis; a pesar de estar rodeados por una zona desértica, está lleno de color y
vida, de árboles viejos, laureles, tamarindos, framboyanes. Desde el mar a la
hora primera de la tarde La Paz reposa entre espejos de sol, al fin del día se
caracteriza por sus maravillosos crepúsculos. En el centro de la ciudad hemos
visitado el Museo Antropológico, en 5 de mayo y Altamirano, con salas de
exhibición sobre las culturas sudcalifornianas. Hay una colección de
fotografías de algunas pinturas rupestres de la península en su primera fase de
excavación. También hemos estado en la Biblioteca de las Californias, en calle
Madero y 5 de mayo: en lo que antaño fue palacio de gobierno, se conserva un
excelente acervo de documentos y libros históricos únicos sobre las tres
Californias. En el recorrido obligatorio, además de ver el Palacio de Gobierno
y el Palacio Legislativo, se debe visitar la misión de Nuestra Señora del Pilar
de La Paz, fundada en 1720, así como el Teatro de la Ciudad, con modernas
instalaciones que albergan galerías de arte y biblioteca. En los jardines que
rodean el Teatro se localiza la Rotonda de los Hombres Ilustres y los cuatro
molinos, símbolo de La Paz de antaño. El día 23 cruzamos con los Verdugo los
231 kilómetros que hay hasta Cabo San Lucas. Tomamos la Transpeninsular hasta
San Pedro y llegamos a El Triunfo, un pueblo donde se estableció uno de los
sitios mineros más antiguos de las Californias, que se encuentra en proceso de
rescate conservándolos como testimonio de la historia peninsular y un sitio de
atractivo cultural. Conversamos con el vecino maestro Eulogio del Río, profesor
en la escuela pública del lugar, quien nos dice: -El proyecto se realizará en
dos etapas, en la primera se restaurará la chimenea La Ramona, se repararán los
hornos anexos a la chimenea mayor, además del acondicionamiento de senderos y
puentes para uso peatonal. En la segunda etapa se planea rehabilitar a las
viejas casonas, rescatar la traza original, empedrar las calles, habilitar el
camino real y construir el circuito turístico de los reales mineros que
incluyen San Antonio, El Rosario y Santa Ana. En 1878, en la región de El
Triunfo, se estableció la Compañía Minera El Progreso, con la finalidad de
explotar los yacimientos de oro y plata encontrados en el territorio. El
Progreso instaló más de 40 kilómetros de tiro y socavones, máquinas elevadoras,
taladoras, compresoras de aire, calderas, y construyó una hacienda a beneficio;
estableció además una maestranza, una herrería, una carpintería, una carrocería
y una completa y moderna planta, capaz de extraer cuatrocientas toneladas de metal
al día. Sus principales minas fueron conectadas por una red ferroviaria de 10
kilómetros de largo. Actualmente El Triunfo es una comunidad de 200 habitantes
que aún conservamos la historia de los pueblos mineros decimonónicos. En el
proyecto de rehabilitación participan además del Centro I.N.A.H.-Baja
California Sur, el Gobierno del Estado y nuestra comunidad.
En la noche para dormir nos detuvimos
entre Los Barriles y Buena Vista, donde don Martín Verdugo representa cinco
generaciones con su Beach Resort en Cabo Este, un sitio sin parangón que
conserva el encanto de la California mexicana. Los Cabos es famoso por sus
playas y por la pesca deportiva, es sede de frecuentes torneos internacionales;
hay zonas de agua termal (60 grados centígrados) y establecimientos médicos no
tradicionales, que utilizan plantas medicinales y otras terapias. Tomamos la
carretera a través de la costanera hasta Punta Arena, cruzamos Cabo Pulmo, con
playas de arena blanca y muy fina que es un agrado sentir; allí se puede apreciar
una de las mayores formaciones de coral del océano Pacífico. Seguimos hasta Los
Frailes, Boca del Salado y desde Palo Escopeta tomamos una bifurcación hasta el
camino que lleva desde Santa Anita a San José del Cabo. En el Estero se
desarrolla muy bien el Santuario Ecológico de los Cabos para la preservación y
custodia de flora y fauna casi desaparecida en el resto del planeta, donde se
han diseñado puntos de observación para apreciar a sus habitantes adecuadamente
en su estado natural y anular su extinción.
Cruzamos el aeropuerto Internacional
de San José del Cabo, al que se puede llegar desde cualquier punto pues hay
vuelos directos desde la Ciudad de México y las principales ciudades
norteamericanas; ubicado a 40 kilómetros de Cabo San Lucas, ofrece todos los
servicios requeridos. Llegar por aire a Baja da una buena idea del lugar. La
vista desde el cielo es una instantánea de aquello que lo distingue: mar azul y
playas que se continúan en un desierto de grandes cactus. Por tierra es un
viaje excepcional, debo anotar que la Carretera Transpeninsular es segura y
está en excelentes condiciones. El litoral de Los Cabos presenta su propio
marco impresionante de bahías, acantilados, sierras, playas, desiertos y el mar
muy azul y transparente. En la extrema región de la península la montaña se
adelgaza, se desnuda de vegetación y, entre inmemoriales peñones graníticos, la
tierra se sumerge en el océano, en Cabo Falso: un gran arco de piedra labrada
por el azote de las olas del mar, territorio de maravillas en que destacan las
cascadas de arena submarina y un lecho sembrado de color manganeso. Las playas
de Los Cabos son todas de singular belleza por estar justo en la conjunción del
desierto y el mar, y en todas ellas viven pequeñas colonias de lobos marinos
que han hecho de la zona su hogar, justo enfrente de donde se pueden ver todo
el año los lobos y leones marinos y en su época del año escuchar el canto
amoroso de las ballenas.
Este día 24 de febrero de 1986 hemos
llegado a Cabo San Lucas a celebrar su categoría de ciudad; con la presencia de
los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, cubriendo las disposiciones
legales se acordó la Conversión a Ciudad de la población de Cabo San Lucas. Su
infraestructura cuenta con todos los elementos de una ciudad: comunicación con
el resto del mundo, carreteras, estadios, parques deportivos, canales de
televisión, periódicos, escuelas de enseñanza completa, su edificio de
gobierno, está en pleno desarrollo la zona náutica en una extensión de 27
hectáreas en tierra y 21 hectáreas de marina, constituida por escolleras, canal
de acceso, dársena, muelles, con todos los recursos básicos unidos a un
ofrecimiento turístico de los más excepcionales de América.
Las fiestas han sido magníficas.
Muestras turísticas, gastronómicas, deportivas y artísticas. Junto al monumento
a la bandera inaugurado también este día, en una tarima especialmente
acondicionada se realizaron los espectáculos. El Ballet Folklórico ofreció un
interesante repertorio formado por las expresiones de música y danza de la
península. Conversamos con la maestra Diana Cota, quien nos dice que la
tradición es nueva, sólo se remonta a principios del siglo XX, cuando la
revolución en su pleno apogeo, propició la deserción de familias enteras hacia
otros lugares más pacíficos, encontrando muchas de ellas refugio en la
península, que por estar poco comunicada y alejada geográfica y culturalmente
del macizo continental, representaba un lugar seguro donde refugiarse. Nos dice
ella:
"Al irse creando grupos musicales
que amenizaban bodas, fiestas y bailes, estos últimos muy populares en los
pueblos y rancherías en las que lucían las prendas domingueras (lo mejor del
guardarropas) se reunían en una casa familiar, en un patio, en una huerta o
debajo de una enramada hecha con palma de datilero o a la sombra de un gran
mezquite iluminado por lámparas de petróleo, a veces los convivios se
prolongaban por varios días. Se interpretaban melodías en sones y ritmos que
introducidas a nuestra península ayudaron a despertar la inspiración de músicos
anónimos, creando ritmos de los que se bailaban en el Norte del país (polka,
redova y shottis), llevando un toque diferente que se puede clasificar en una
música melancólica festiva.
"Los instrumentos musicales con
los que nos hacemos acompañar para interpretar el presente repertorio de Baja
California Sur son el acordeón, llamado por los nativos "la Cochi";
el contrabajo, también conocido como "tololoche"; la guitarra y el
violín. Los trajes folklóricos representativos y con orígenes muy antiguos
abundan en nuestro país, pero en la Península no se definió uno especial, sino
que se usaron trajes de época. A falta de un vestido que representara y en sí
que reuniera las características necesarias para simbolizar ante las entidades
de la República al estado, se convocó en el año 1955 a un concurso de
confección y diseño del traje Regional de Baja California Sur, siendo
triunfador el traje de Flor de Pitahaya, que fue confeccionado por la Profesora
Alejandrina Cota Carrillo, y pintado por el Profesor José Torre Iglesias,
basado en una leyenda escrita por él mismo, que versaba sobre el nacimiento del
cactus, planta característica de la flora del desierto y excelencia de los
nativos. Confeccionado en charmes o raso, en color rojo, blanco y verde, la
blusa escotada en color blanco con cuello en el escote en forma de una flor
pintada y bordada en chaquira y perlas en torno a la flor pintada. La falda
semicircular de color rojo, lleva una planta de cactus ramificada, en la cual
se distribuyen tres flores, una en la parte superior y dos en los costados
iguales a los de la blusa, también algunos frutos. Complementa un olán la falda
de color blanco, los tonos en que van bordados y pintados los cactus y las
flores son en verde, rojo y amarillo con chaquira, canutillo y perlas al tono,
se adorna con moño de tul bordado en chaquira negra simulando la pulpa con su
semilla (lleva collar y aretes de perlas)".
La maestra Cota sigue: "En
nuestra presentación, mostramos bailes tradicionales de nuestro estado como Las
Calabazas, La Suegra, El Apasionado y La Chilena. Las Calabazas es un baile
mixto, con movimientos de salto o alzada, con carácter de baile de galanteo de
origen mestizo. Se cree que fue introducida a nuestra región por marineros que
viajaban a los Estados Unidos, los cuales tocaban aquí en el sur de la
península y los arraigaron al grado de considerárseles totalmente
sudcalifornianos. Este baile lleva un ritmo melancólico siendo este un chotis.
La letra del canto es breve y festiva. Uno dice:
Las calabazas que tú me diste
Me las comí con sal y vinagre,
pero los besos que tu me diste
no me los quitan ni tu, ni tu madre.
Las calabazas que tu me diste
me las comí con melón y sandía,
pero los besos que tu me diste
no me los quitan ni tu, ni tu tía.
"En Las
Calabazas las mujeres usan falda floreada (estampado chico), que contraste con
el color de fondo de la tela, lleva un olán plisado con encaje y sobre la
costura un listón de color que combine con la tela. Sobre la bastilla lleva un
encaje también. La blusa es de popelina blanca, llevando en la parte delantera
encajes desde el cuello hasta la bastilla, usa el cuello alto y las mangas van
plisadas en la parte superior y en forma de tubo hasta llegar a la muñeca
rematándose con encajes plisados. Lleva enagua blanca y usa calzonera hasta la
rodilla, calza botín y usa en la cabeza un discreto tocado de flores menuditas,
tres peinetas en diferentes colores y su pelo lo peinan trenzado formándose un
molote. A la altura del cuello portan siempre un camafeo de color negro. Portan
botín tipo Adelita de color negro. El hombre viste pantalón de mezclilla,
cinturón negro, botín negro, camisa blanca y un pañuelo paliacate rojo, en la
cabeza llevan un sombrero de palma con el ala caída.
"El baile de La Suegra es de
estilo ligero, con movimientos de alzada y zapateado, es de carácter galante y
origen criollo. Es uno de los bailes mas representativos del Estado, melodía a
ritmo de redova aunque un poco mas lenta, es un baile que se interpreta por
parejas que a base de evoluciones frente a frente o enlazados se desplazan en
coreografías sencillas y armónicas, el tema musical es festivo acompañado de
versos que nos dan el profundo afecto ideal que inspiran las suegras:
Yo tengo a mi suegra
Que tanto la quiero,
Por verla sentada
En un hormiguero.
Yo tengo a mi suegra
Que tanto la adoro.
Por verla sentada
En los cuernos de un toro.
Ay, ay, ay, que pena me dan
Las ingratitudes que me hace pasar.
"En La Suegra, la mujer viste trajes de época con
marcada influencia norteña, con la diferencia que no usa la pasamanería, tan
solo adornaban sus trajes con encajes en la cabeza del olán y también en la
bastilla, usan fondo con olán y calzonera. La blusa es de popelina con pechera
y sobre esta le añaden un pasalistón, la manga es muy abombada, la que llaman
"de carnicero", se le cose un elástico de 15 cm. Arriba de la
bastilla, portan botas negras o blancas tipo Adelita, trenzan su pelo y se
forman un molote colocándose un moño de color de la falda y tres peinetas de
colores al gusto de la mujer. El hombre lleva pantalón de dril o casimir,
combinado con una camisa de céfiro (rayas pequeñas), manga larga, pañuelo en la
bolsa trasera de su pantalón y botín de la región.
"El baile El Apasionado es de
estilo ligero, mixto, con movimiento de valseado, es de galanteo y de origen
criollo, cuyas notas invariablemente arrancan sendos gritos de júbilo. No tiene
una coreografía definida, ya que es una baile de parejas, en que el poder
creativo y la sensibilidad de los intérpretes se conjugan con las costumbres y
actitudes propias de los nativos que valsean en forma rápida y con giros
ágiles. El vestuario de la mujer es totalmente costero, a base de una blusa de
popelina blanca, escotada con un olán rematado con encaje blanco, la falda es
de percal o algodón estampado con flores de tamaño regular. Los hombres van
vestidos con pantalón blanco y camisa de popelina blanca, anudada a la cintura,
lleva sombrero y calza botín de color negro.
"También en nuestro repertorio
tenemos La Chilena, que es el baile más característico que nos ha llegado del
continente, donde los cuerpos vibran al son de éste ritmo, el cual en sus
evoluciones nos recuerda La Cueca, el baile nacional de Chile. Ocurrió que
cuando estalló la fiebre del oro en California, venía regularmente una escuadra
chilena, que paraba algún tiempo en Acapulco, donde los tripulantes en sus
ratos libres bajaban a una playa denominada larga, y ahí tocaban sus canciones
(las cuecas chilenas), las cantaban y bailaban zarandeando el cuerpo y agitando
en alto su pañuelo o paliacate, sobre una canoa volteada para que se escuchara
el zapateado; muchos nativos que se acercaban hicieron amistad y aprendieron
las canciones; cuando la escuadra se marchaba, decían: "hay que cantar las
chilenas", refiriéndose a las cuecas... así se le quedó el nombre de
"chilenas", una música y baile que se arraigó en las costas del
Pacífico mexicano, donde se desarrolla de manera distinta de su modelo original
hasta convertirse en una de las variantes del son mexicano; con el que comparte
ciertos rasgos musicales y coreográficos: siempre es baile de parejas y con
frecuencia se ejecuta zapateando sobre una tarima. Este baile recuerda el
cortejo del gallo a la gallina como sugiere su nombre original, cueca, que es
derivación de la palabra "clueca", de origen chileno. El hombre y la
mujer llevan en la mano un pañuelo que representa, posiblemente, la cresta o
las plumas de la cola de dichas aves. La tarima es la artesa llamada también
canoa, pues al igual que ésta se construye de un tronco grande y de una sola
pieza. La artesa o canoa se coloca boca abajo sobre unos palos que la levantan
unos centímetros del suelo y sobre ella bailan las parejas, una cada vez.
Durante el baile la pareja mantiene inmóviles el torso y la cabeza en tanto los
pies bordan los pasos. En cierto momento se acercan tanto que casi se tocan con
los labios; de pronto, con un movimiento evasivo giran y se colocan espalda con
espalda para después volver, bailando, a quedar frente a frente.
"La inmensa mayoría de las coplas son cuartetas octosílabas con asonancia
entre la segunda y cuarta líneas. Esta forma permite acomodar cualquier verso a
cualquier melodía del repertorio. Es probable que, antiguamente, muchas
melodías carecieran de letra propia y el músico tuviera que improvisarlas. A
veces y para dar mayor animación a la fiesta dos copleros reconocidos entablan
un desafío para ver quien tiene un mayor repertorio, y así, uno de ellos entona
un verso que es contestado enseguida por su contrincante. Este
"desafío" termina cuando alguno de los copleros agota su memoria e
inventiva. Un buen coplero, según se estima, debe saber, por lo menos,
alrededor de mil coplas y también acomodarlas a las situaciones que se
presenten durante su canto. La letra de La Chilena que hemos adoptado en Baja
California Sur se canta generalmente en primera persona, y es un canto
masculino aun cuando lo interprete una mujer. Los textos se refieren con
frecuencia a los "hombres bravos", a "los que saben cómo se
mata". Son textos donde abunda la picardía, una picardía fresca y
humorística que sin embargo refleja un ambiente de cantina, de parranda y de
violencia, que era parte de la vida cotidiana en la California de la fiebre del
oro. La Chilena como todo el Son mexicano es una forma donde se alternan versos
con estribillos. El estribillo puede ser un verso o una frase fijos, o bien una
repetición de frases del verso anterior o del posterior. Frecuentemente se
utilizan en exclamaciones como "ayrayray" o "tyrananay" o
"tipitipiti". En ocasiones el estribillo es solo interpretado por los
instrumentos. Porque tiene una introducción instrumental que, a veces, alterna
con los versos y estribillos y con frecuencia es simplemente la música de un
verso interpretada por un violín o una guitarra requinteada. Esta parte también
sirve de descanso a los cantantes. Cuando se cantan las coplas, los
instrumentos que llevan la melodía en los intermedios permanecen callados o
asumen un papel de simple acompañamiento, como ocurre también en la mayoría de
los sones. La chilena se caracteriza porque termina con uno o más versos de
despedida de este baile y música interpretada por el violín, una jarana chica
de cinco órdenes (casi siempre de cinco cuerdas, aunque puede ser de ocho o
diez), y un arpa, que constituyen sus cuerdas tradicionales. Frecuentemente,
por ejemplo en las bodas, cuando los padrinos peinan el cabello de la novia, la
Chilena se interpreta sólo con un violín acompañado del tamboreo de un cajón.
El uso del tamboreo en la música y del pañuelo en la danza son, probablemente,
los únicos elementos andinos que sobreviven en la Chilena mexicana y que la
distinguen del Son. Por supuesto que hay la Chilena que se baila con orquesta,
que consta de clarinetes, saxofones, trombones, contrabajo y batería (tambora,
tambor de tipo militar y platillos). Los instrumentos, sobre todo en pequeñas y
aisladas localidades, son propiedad del municipio; en cambio en pueblos mayores
o de mejor condición económica, suelen pertenecer a particulares. Los instrumentos
de propiedad colectiva son con frecuencia de adquisición antigua, de mediados
del siglo XIX, y de fabricación francesa. Cuando la Chilena se interpreta con
orquesta invariablemente la sigue un Son. El tema mas frecuente de la copla de
La Chilena es como en el Son: el amor y las mujeres a las que canta con
naturalidad, franqueza y humor. En ocasiones las letras tienen la
particularidad de describir las bellezas naturales de la costa o del pueblo
natal, como en la música folklórica de Chile".
El fin de la tierra está aquí al final
del corredor turístico de Los Cabos, donde se encuentra esta joya de Baja: la
Ciudad de Cabo San Lucas. Aquí es donde termina la península, en una punta de
piedra que se va estrechando hacia el sur hasta que la última roca desaparece
debajo del agua. Antiguamente un puerto de abastecimiento de galeones
españoles, es hoy un destino ideal. Como la capital no oficial de Baja, tiene
una gran concentración de tiendas y restaurantes, todos a una distancia corta,
con precios altos, que ofrecen cocina mexicana, italiana, internacional, otros
con precios accesibles que ofrecen toda clase de mariscos y pescados, pizzas,
tortas y tacos exquisitos, como los de camarón y flor de calabaza de la
Taquería San Lucas. Otros son El Delfín, Patty's, El Dorado, Balandra y Faro
Viejo. Cuando la noche llega la vida nocturna es variada, hay clubs y
discotecas a las que asiste todo el mundo. Los hoteles ofrecen Noches de
Fiestas Mexicanas con buffet. Los lugares más económicos pueden localizarse fuera
de la playa, especialmente en caminos no pavimentados a unas cuantas cuadras
del centro. Sus habitantes son gente pacífica y muy corteses. Siempre un guía
voluntario ayudará al visitante, que de tanto por ver cualquier tiempo aquí es
poco.
La característica postal principal de Cabo San Lucas es El Arco, su famosa
escultura natural de pura roca con un orificio que le da su forma arqueada:
semeja una puerta abierta al único punto que ve salir y entrar el sol en dos
mares distintos, el de Cortés y el Pacífico. Al Arco y el peñón que lo protege
se puede acceder por medio de lanchas de fondo de cristal, que salen de
diferentes puntos de esta bahía de arena muy fina y espectaculares arrecifes
donde el buceo, la pesca y las carreras de yates son todo el año. Entre un
conjunto de rocas, se encuentran las pequeñas y tranquilas playas Médano,
Hacienda y la Playa del Amor, cuya hermosura con espectaculares cascadas de
arena y arrecifes de coral, seduce de inmediato; son ideales para nadar y el
buceo. Sólo basta con un visor y una sumergida, para poder observar múltiples
especies de peces de colores. Desde estas suaves arenas blancas se puede
contemplar, por un lado, el tranquilo, suave oleaje del mar de Cortés y, por el
otro, las aguas bravas del Pacífico, imponente, cuyas riberas visitamos entre
Punta San Cristóbal y Todos Santos, donde hay playas vírgenes en todo
esplendor, con una particularidad especial: son refugio de miles de tortugas
que las buscan para procrear.
Las tortugas marinas son reptiles de
hábitos migratorios, periódicamente recorren grandes distancias desde sus zonas
de alimentación hasta las de reproducción en aguas tropicales y templadas del
mundo, entre ellas sus favoritas parecen ser el Océano Pacífico entre México y
Chile, siendo la zona de Galápagos frente a Ecuador, su hábitat más importante.
En toda California las tortugas han sido consumidas desde la Antigüedad, y en
los últimos años han adquirido gran importancia comercial ya que sus pieles
vinieron a sustituir a las de los cocodrilos africanos, brasileños y mexicanos
que tuvieron gran demanda por el desarrollo que alcanzó la técnica para
curtirlas. Como casi se han extinguido, en su lugar se ha utilizado la piel de
la tortuga llamada "caguama", la más común aquí en la península, que
hasta hace pocos años sólo era sacrificada eventualmente para comerla, que
quien escribe, confesé, me pareció muy sabrosa y reconfortante, pero se inició
su captura a gran escala para utilizar su piel, lo que tiene en peligro de
extinción a la especie. La doctora Luisa Verdugo, que es bióloga marina, se ha
levantado como una tenaz defensora de una regulación estricta para la pesca de
tortugas; ella ha trabajado en programas de preservación de la tortuga marina
en puntos álgidos que elige para su hábitat, además de las costas de Baja
California Sur, en el Golfo de México y en Rancho Nuevo, Tamaulipas, que es su
única zona donde anidan en el planeta, siendo la región especialmente sensible.
Le pregunto costumbres y singularidades de las tortugas, cómo es que conocen sus
características de migración, por ejemplo, y nos dice: "Para conocer las
migraciones, hemos diseñado diferentes métodos; uno de los más comunes es que
en cuanto llegan a las playas a anidar se marca el caparazón para que cuando
sean capturadas se puedan determinar las distancias recorridas; otro sistema es
rastrearlas colocándoles un transmisor que envía señales a un aparato receptor
localizado en un avión con una antena especial para hacer contacto con el
animal, así como un navegador electrónico para situarse en el océano. El sexo
de las tortugas se determina por la temperatura de los huevos: de los colocados
en las más bajas se desarrollan machos y los que están en mayor temperatura
producen hembras. En los nidos la proporción entre ambos sexos depende de las
características de la playa donde se encuentran, así como de la profundidad del
nido. El nacimiento depende también de los depredadores".
Nos dice que el número y el tipo de
sus depredadores varían según la etapa del desarrollo de la tortuga; así, para
los huevos el principal depredador es el hombre, además del perro, los cerdos y
las "moscas de ojos anaranjados" (Sarcophagidae), que invaden los
nidos causando serios daños. Las crías son capturadas por perros, zopilotes y
cangrejos. Ya en agua del mar, los enemigos van desde las aves marinas hasta
los diferentes peces carnívoros, incluyendo a los tiburones, quienes las atacan
aún en estado adulto. Cuando se realizan programas para su conservación se debe
además de considerar las características anteriores, evitar la presencia de
demasiada gente en la playa pues, al percibirla, las tortugas no llegan. La
explotación en gran escala de las tortugas ha obligado a países como México,
una de sus cunas, a decretar medidas para la conservación de este recurso,
haciendo que su captura se lleve a cabo de una manera racional para que su
aprovechamiento sea óptimo con el fin de crear nuevas fuentes de trabajo y
mejorar la dieta alimenticia del hombre; al mismo tiempo, se protegen su
reproducción y desarrollo, cuidando sus nidos, sus huevos y sus crías. La
reproducción la realizan durante los meses de abril y mayo, apareándose en las
zonas que han elegido, después se separan durante el verano y las hembras se
dirigen a playas húmedas de lluvia con las condiciones ideales para excavar los
nidos. Estos arribos se efectúan de mayo a noviembre, dependiendo de la especie
de tortuga. En la primera etapa de su vida, estos verdaderos fósiles vivos
dependen de estas playas solitarias, donde las hembras forman hoyos en la arena,
y en menos de media hora, depositan alrededor de 100 huevos acompañados de un
líquido llamado "babosa" que enseguida recubren nuevamente con la
misma arena. Los nidos los hacen a una distancia del agua que varía según la
especie, de modo que, en estas condiciones, los huevos dejados para su
incubación cuenten con la humedad suficiente y una temperatura de 33̊ C;
después de permanecer así durante cerca de dos meses, al atardecer o amanecer
nacen simultáneamente casi todas las crías, las cuales sin pérdida de tiempo se
dirigen al mar e inmediatamente desaparecen entre las olas; no se vuelve a
saber nada de ellas hasta que después de 7 o 9 años, regresan al mismo lugar
donde nacieron a cumplir de esta manera su ciclo reproductor. Los nuevos
individuos se dirigen a las zonas de alimentación e inician su crecimiento. Los
machos regresan cada año a las zonas de reproducción, mientras que las hembras,
dependiendo de la especie, sólo se reproducen una vez cada tres o cuatro años.
El mecanismo que guía a las tortugas para que puedan regresar a las playas
donde nacieron, todavía es un misterio; algunos creen que se orientan por el
olfato; otros, que lo hacen por mecanismos acústicos o por retención, a largo
plazo, del paisaje; se habla también de una orientación magnética y existen
estudios sobre combinaciones de estos factores".
No hemos venido en plena época de
tortugas, sin embargo, hay cientos de ellas, entre las rocas, nadando, en la
arena, algunas enormes. Esta tortuga llamada popularmente "cahuama",
"prieta" o "mestiza" (Chelonia mydas agassizi), puede medir
su caparazón 1.40 metros y llega a pesar de 130 a 180 kilos. Nos dice la
doctora Verdugo que "son de hábitos predominantemente carnívoros. Su dieta
se compone de caracoles, mariscos, esponjas, medusas, crustáceos, peces y
langosta roja. Su fuerte mandíbula le permite triturar las conchas duras de los
mariscos. También vive aquí la tortuga "carey", cuya caparazón no
llega a medir más de 90 centímetros, pero por su belleza es muy codiciada por
el hombre. Y llega también la tortuga "laúd", "galápago",
"siete filos" o "tortuga de cuero" (Dermochelys coriacea
schlegelii), que es uno de los reptiles más voluminosos que existen en la
actualidad ya que llega a medir 2.20 metros de longitud con un peso de media tonelada;
en la cabeza lleva un pico con tres puntas, con el que atrapa peces y moluscos;
su caparazón tiene forma de lira y en sus nidos llega a depositar hasta 300
huevos".
Hemos conversado con un pescador de
tortugas, don Felizardo Soto Castro, que es vecino de Todos Santos y ha vivido
de los productos del mar, trabajando su pequeña embarcación, como sus mayores.
Dice: "Nosotros tenemos la técnica de la pesca de tortugas especialmente
diseñada para preservar la especie. Somos los menos interesados en que se
desaparezcan, muy al contrario, es una de nuestras principales fuentes de
alimentación, sin embargo respetamos estrictamente las épocas de veda y
cantidades de extracción. Su captura se efectúa principalmente con redes, que
se diseñan con ligeras modificaciones según el área de captura. Se usan
principalmente en el Mar Caribe, el Golfo de California, aquí y, últimamente,
en Jalisco y Michoacán, según he visto cuando fui. Aquí son de tamaño variable,
generalmente de longitud mayor a 50 metros, malla muy abierta de 70 a 90
centímetros entre los nudos y línea de flotación con boyas separadas
aproximadamente cada 2 metros; el calado de la red depende de la profundidad
del lugar donde se trabaje y varía de 4 a 12 metros. La línea inferior lleva
piedras o plomos pequeños, de manera que la tortuga levante la red cuando quede
atrapada y alcance fácilmente la superficie para respirar; así no muere por
asfixia. Estas redes pueden ser de algodón o nylon y su colocación depende
generalmente de las características de la región: pueden situarse paralelas a
la costa cuando ésta es llana y amplia, o perpendiculares a ella cuando se
escoge un sitio protegido, como pequeñas ensenadas o puntas sin corrientes,
comúnmente se calan al atardecer y se revisan cada mañana para evitar que los
depredadores, principalmente los tiburones, las ataquen ya que no sólo matan a
la tortuga sino que destrozan grandes tramos de la red. La ventaja de capturar
las tortugas por medio de redes es que se puede liberar a las hembras, sobre
todo en época de desove y así colaborar a la protección de las especies. El
arpón que utilizamos como auxiliar para izar a bordo los ejemplares capturados
con la red, es el llamado "arpón compuesto" que presenta su punta
provista de un tope protector, que tiene por objeto evitar que la punta se
introduzca en la caparazón y lesione la piel. Ambos arpones llevan cordeles que
facilitan su recuperación. La captura artesanal se realiza antes del medio día,
cuando las tortugas se encuentran nadando en la superficie, lo cual las hace
muy visibles, sobre todo si el mar está tranquilo. Aquí la pesca a nado está
muy desarrollada ya que el agua es tan clara y transparente que permite mayor
visibilidad. Las localizamos y perseguimos con lancha hasta alcanzarla,
entonces el pescador se lanza al agua, la atrapa y la dirige a la embarcación,
proceso al que se llama "correteada"; ya a bordo, las tortugas son
atadas, sobre todo las "caguamas", debido a su agresividad y al
movimiento de sus aletas que suelen golpear fuertemente. En tierra se capturan
manualmente, aprovechando su lentitud cuando llegan a las playas, se voltean y
amarran. También de manera indirecta, las tortugas son atrapadas durante los
arrastres camaroneros, siendo importante en algunas regiones la captura por este
medio, sobre todo durante la temporada de arribazones. Nosotros creemos que los
verdaderos depredadores de las tortugas son las autoridades que obligan a los
científicos a trabajar con medio mínimos, especialmente en las zonas
protegidas, siendo necesario dejar amplias zonas expuestas a los depredadores.
Nunca se ha hablado en los programas de impedir la pesca del recurso, porque es
muy importante para la población en algunas zonas de nuestro país, donde se
utiliza como alimentación y fuente de entradas de poblados completos. Creemos
que una protección racional de la tortuga es necesaria, pero con leyes que nos
protejan, porque trabajamos casi en la clandestinidad, los pescadores
artesanales mexicanos no podemos competir con los barcos faenadores que llegan
desde Japón y en horas capturan toneladas de tortugas sin ninguna
discriminación, donde mueren miles de hembras preñadas".
Según datos de la FAO, la captura
total de este último año fue de 5.012 toneladas, sin embargo, se piensa que es
mayor porque, además de la pesca ilegal, mucha es para consumo doméstico y no
se registra. Nos dice doña Juana Angélica Soto, pescadora artesanal, que el
aprovechamiento de las tortugas requiere condiciones desde la captura en la
playa: "donde al llegar se voltean con el pecho hacia arriba; después son
llevadas hasta la planta donde se colocan en el tanque de recepción,
exceptuando a los animales maltratados, que son sacrificados de inmediato. En
este tanque permanecen el tiempo preciso para ser sacrificadas; el agua se les
cambia cada 24 horas para que se conserven en buen estado. Ya muerta la
tortuga, se la destaza para retirar la piel del pecho, utilizando para ello un
cuchillo diseñado especialmente para seguir su contorno; se desprende también
la cabeza y parte del caparazón, al igual que la cola y la parte trasera. El
paso siguiente es el despielado: las pieles frescas, lavadas y desangradas, se
ponen en sal, listas para ser empacadas y empleadas posteriormente en la
fabricación de zapatos, carteras, cinturones... Retirada la piel, se trata de
aprovechar al máximo la carne; esta maniobra demanda pericia, se le quita grasa
y cutícula de los músculos; la carne se limpia y filetea para su venta
congelada. Aparte de la piel y la carne, quedan las aletas, que son utilizadas
en la elaboración de sopas".
Nos dice la doctora Laura Verdugo que
"el aceite de tortuga tiene gran demanda, se extrae de todas las especies
y la única diferencia en calidad y en cantidad depende del peso de la tortuga,
la época del año y el sexo. Por lo general, se acumula mayor cantidad de grasa
antes de la temporada de reproducción y más en las hembras que en los machos;
una tortuga de 40 kilos de peso puede producir hasta cuatro litros de aceite.
El valor comercial de este aceite es muy alto, se le utiliza en la industria
químico-farmacéutica y en la elaboración de cosméticos. La concha de la tortuga
"carey" es material muy apreciado para la fabricación de artículos de
ornamento de valor comercial, lo que origina una extraordinaria demanda. Esta
artesanía ha experimentado variaciones debido a plásticos que la imitan sin
alcanzar la belleza natural; no obstante, ello ha permitido que disminuya la
persecución de estas tortugas. En México las tortugas marinas son un recurso
renovable de gran importancia económica, ya que es uno de los países con mayor
producción de pieles y de productos derivados. Este recurso está reservado,
exclusivamente, a las sociedades cooperativas de producción pesquera, no hay
legislación para los pescadores artesanales, lo que registra un gran vacío
porque impide utilizar mejor esta pesquería aprovechando de manera integral al
individuo, es decir, su carne, sus huesos, su concha, etcétera y no sólo la
piel, que en muchos casos, los pescadores artesanales es lo único que buscan. Está
totalmente prohibida la explotación del huevo. Desde el año de 1964 y gracias a
la actividad y entusiasmo de los biólogos mexicanos Humberto Chávez, Rodolfo
Montoya y René Márquez, nuestro país estableció en varios puntos de sus
litorales, campamentos para el estudio y conservación de las tortugas marinas;
en ellas sus técnicas han alcanzado uno de los más altos niveles académicos del
mundo y se ha logrado reunir los máximos conocimientos y experiencias para la
incubación de los huevos de estos reptiles, hasta el grado de tener éxito con
los huevos de vientre. Con recursos muy limitados, en estos campamentos se
protegen de uno a dos millones anuales de crías y con toda la campaña se estima
que se protegen otros 4 millones. También en estos campamentos se capacita a
los pescadores y a sus familias para colaborar en la protección del recurso.
Con la experiencia pionera de estos biólogos se han establecido estaciones en
donde trabajamos profesionales y técnicos de diferentes instituciones, como el
Instituto Nacional de Pesca, la Universidad Nacional Autónoma de México, la
Universidad de Sinaloa, la Universidad de Guadalajara, la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y la Universidad Autónoma de Baja
California, entre otras, que realizan actividades de protección, incubación,
cría e investigación. Los resultados de estos programas de conservación no sólo
se pueden medir con el número de crías liberadas cada año, que llega a ser de
varios millones, sino que se ha observado la recuperación de las poblaciones de
tortugas y la preparación de un nutrido número de técnicos mexicanos que son
reconocidos en el país y en el extranjero. Debemos decir que pese a la alta
depredación que sufren en condiciones naturales y a su vulnerabilidad en las
fases de huevos y crías, las tortugas marinas no llegan a correr riesgo de una
completa extinción debido a su gran fecundidad. La depredación natural mantiene
un equilibrio de las poblaciones, pero la explotación irracional hecha por el
hombre sí puede poner en peligro la sobrevivencia de las especies. No obstante,
gracias a los trabajos de protección derivados del establecimiento de una
pesquería racional, han aumentado en pocos años las poblaciones de tortugas
para seguridad de la especie, beneficio de los hombres y tranquilidad de los
conservacionistas".
En Baja, la pesca es el deporte más
recurrido. Con uno de los terrenos pesqueros más fértiles y gran énfasis en el
Programa Atrapa y Libera (Catch and Release), Los Cabos atrae la mayor cantidad
de pescadores. Es el hogar de la flota pesquera más grande del mundo: donde
inician los torneos internacionales de la pesca del marlín y pez espada y otros
eventos de este deporte; un lugar obligado de parada para todos los cruceros, y
el sitio de marinas excelentes. Se ofrecen facilidades para los deportes
acuáticos y excursiones y está por convertirse en un destino importante también
para el golf con campos que cuentan con vista al Mar de Cortés, diseñados por
Jack Nicklaus, Robert Trent Jones, y otros en construcción. La zona es
magnífica. Desde el Faro de San Lucas, al atardecer hay una visión transparente
de las cosas, los arrecifes que se ven bajo las aguas y los poblados a orillas
de los acantilados se ven envueltos en colores que van del amarillo al dorado y
al rojo intenso; el cielo no tiene arreboles, son una pincelada de color que va
cubriendo todo hasta estacionarse en el dorado al caer la tarde. De noche el
cielo se hace muy negro, como una pizarra sobre la que se lee la escritura de
las estrellas, con el canto de amor de las ballenas azules de música de fondo.
(c) Waldemar Verdugo Fuentes.